A dos semanas de las elecciones andaluzas del 2 de diciembre los resultados siguen siendo objeto de análisis, de encuestas postelectorales, de debates y artículos periodísticos que tratan de pergeñar explicaciones más o menos plausibles de lo que pasó.
En el capítulo XIX de El Quijote trata un recto canónigo de hacerle ver al caballero andante la locura que lo embarga: “¿Es posible, señor hidalgo, que haya podido tanto con vuestra merced la amarga y ociosa lectura de los libros de caballerías, que le hayan vuelto el juicio de modo que venga a creer que va encantado, con otras cosas de este jaez, tan lejos de ser verdaderas como lo está la mesma mentira de la verdad?”, a lo que el ingenioso hidalgo replica: ”Pues yo hallo por mi cuenta que el sin juicio y el encantado es vuestra merced, pues se ha puesto a decir tantas blasfemias contra una cosa tan recebida en el mundo y tenida por tan verdadera, que el que la negase, como vuestra merced la niega, merecía la mesma pena que vuestra merced dice que da a los libros cuando los lee y le enfadan. Porque querer dar a entender a nadie que Amadís no fue en el mundo, ni todos los otros caballeros aventureros de que están colmadas las historias, será querer persuadir que el Sol no alumbra ni el yelo enfría ni la tierra sustenta…”. Tal era la cantidad de verdades y de mentiras que mezclaba nuestro Don Quijote que el pobre canónigo quedó admirado y le llegó a reconocer parte de verdad en sus disparatadas narraciones.
Cuesta admitir que la mecánica de la persuasión como proceso personal y social haya variado tan poco desde que escribía Cervantes. Y es que los atajos mentales, conocidos como heurísticos, siguen siendo procesos que simplifican la toma de decisiones complejas o la resolución de problemas con múltiples variables o mucha información disponible. Un problema complejo puede ser presentado como un problema simplificado para facilitar la toma de una decisión concreta. Un ejemplo clásico de heurístico es la utilización de prejuicios para simplificar y suplir la falta de información y el conocimiento de un sujeto concreto adjudicándole características generales que suponemos tiene el grupo al que pertenece, por ejemplo, solemos encapsular a determinados grupos sociales o étnicos con definiciones y características comunes que aplicamos a una persona concreta de ese grupo. Nos ocurre a los andaluces cuando hablan de nosotros en aspectos como el del baile o el cante, o a los catalanes cuando hablan o hablamos de ellos sobre su fama de tacaños. Pero ni todos los andaluces sabemos cantar o bailar, ni todos los catalanes son poco desprendidos por definición. Pero el atajo cognitivo está ahí y es difícil cambiarlo.
Los heurísticos sociales y políticos no solo existen, sino que pueden ser usados convenientemente para la movilización del voto. El efecto de la simplificación de los adversarios políticos resuelve de un plumazo la complejidad de las informaciones partidistas, y disipa la necesaria evaluación de las políticas realizadas o de las promesas electorales ofertadas por los contendientes. Por ejemplo, un buen número de votantes se ve afectado por el heurístico de la disponibilidad, que básicamente supone tomar decisiones basándose en la información más frecuente o repetida. El ejemplo del desembarco mediático del Aquarius en Valencia con 600 inmigrantes a bordo supuso el señalamiento de la inmigración como uno de los mayores problemas del país. Pocos parecían tener presente que esa misma semana, y en las anteriores, seguían llegando en pateras a las costas de Cádiz varios miles de inmigrantes, o lo que es lo mismo, a razón de un Aquarius diario. Si usamos una herramienta de monitorización de redes sociales comprobamos que en el mes de noviembre pasado la aparición de menciones con las palabras “PSOE y corrupción” prácticamente se doblan desde el inicio de mes, coincidiendo con la aproximación a la campaña electoral y a las elecciones andaluzas. Y las menciones a “Régimen socialista y Andalucía” casi se quintuplican en plena campaña electoral. Por lo tanto, la preeminencia de determinados mensajes no solo no es casual, sino que sirve de vector de promoción de algunos de los heurísticos electorales que comentamos. La heurística de la disponibilidad ayuda a entender por qué algunos asuntos están muy presentes en la mente del electorado, y otros pasan más desapercibidos. Las redes sociales como Facebook, Twitter o WhatsApp, son canales de refuerzo de esos mensajes y los fijan, con mayor rapidez y cobertura y sin necesidad de mediación de los medios de comunicación tradicionales, en la memoria del elector.
Las tercera ley de Newton, conocida como principio de acción y reacción, se resume para los profanos así: A cada acción siempre se opone una reacción de igual intensidad en sentido contrario. En cualquier interacción social o política se encuentran en oposición dos fuerzas en oposición. El ejemplo clásico para entenderla es de una persona que empuja a otra de peso similar, las dos se mueven, pero en sentido contrario. Como sabemos, el respaldo a los partidos políticos y a los candidatos en nuestro país es cada vez menor, al punto de que apenas alguno llega al aprobado raspado en las valoraciones que de ellos hacen los electores. Los partidos políticos son vistos como engranajes de poder anticuados y anclados en las instituciones con poca conexión con la realidad social y los problemas reales de la calle. Esta erosión de quienes tienen la responsabilidad de representarnos en las instituciones provoca un cada vez mayor voto de castigo o de rechazo. En algunos casos por algún tipo de resentimiento, en otros más graves, por la percepción de amenazas al modo de vida, al statu quo, o a los sentimientos de pertenencia a una colectividad o nación. En estos casos el voto se usa como una forma efectiva de hacer algo contra un partido o contra un determinado candidato. La articulación de los mensajes a estos votantes se diseña con campañas de mensajes claros basados en una definición simplista del “enemigo a batir”. El estudio de las razones que han llevado a muchos votantes a hacerlo a VOX apuntan en esta dirección. La gestión del PSOE de Andalucía hace tiempo que venía siendo superada por un heurístico que se sostiene en una serie de hechos graves relacionados con el uso indebido de tarjetas, el abuso de determinados responsables en el caso de los EREs, y la continuidad durante 37 años al frente de la institución. El escepticismo de muchos andaluces sobre la solución del problema catalán ha reforzado este atajo explicativo para muchos de ellos.
Cada vez más, las elecciones la suelen perder los que gobiernan más que ganarlas los que aspiran a gobernar. La campaña de las elecciones andaluzas ha apuntado más a los sentimientos que a las ideas. La gestión de campaña en uno u otro sentido ha determinado gran parte del éxito electoral de cada uno de los contendientes. Se ha movido casi tanto voto de castigo como voto de apoyo. Una buena mayoría de votantes anteriormente activos del PSOE, y algunos menos del PP, han optado por no participar, porque fundamentalmente no han encontrado razones ni motivaciones suficientes para hacerlo. En frente tenían a un electorado motivado para hacerlo. El estudio segmentado de la participación y del voto a VOX indica apunta en esta dirección. Activos frente a desmotivados.
La legitimidad del voto de castigo no puede ponerse en duda, pero señala un grave problema de desafección de los ciudadanos respecto de los partidos tradicionales y de la clase política. Pero volvamos a la tercera Ley de Newton. El empujón que han recibido los votantes de izquierda en estas elecciones andaluzas va a desperezar, con toda seguridad, a estos votantes en toda España. El principio de acción-reacción debe mover en sentido contrario al otro par de igual magnitud, en esas proporciones similares está configurado ahora mismo el voto izquierda-derecha en nuestro país. Posiblemente la campaña electoral de las próximas elecciones europeas, municipales y autonómicas del 26 de mayo gire en torno a la inercia de respuesta por parte de las fuerzas políticas de izquierda. De alguna manera, los equipos de campaña deben incidir en las recompensas que pueden obtener los electores no activos en las pasadas elecciones o los que pudieran pensar en no estarlo en las de mayo. Un incentivo a la participación que debe ser explicado en términos de defensa de la identidad colectiva, de proyecto común, de libertades y derechos logrados y de uso eficaz del voto para responder a lo sucedido. Una campaña basada más en las emociones que en las ideas, habida cuenta de que las elecciones parecen cada vez menos motivadoras y no logran la participación de un gran número de votantes. Sin duda, la activación reactiva e inteligente de su propio electorado, del voto de apoyo para frenar al voto de castigo, que seguirá creciendo, debería ser el argumento de campaña fundamental de estos partidos.
SW DEMOSCOPIA
Juan Miguel Becerra
Doctor en análisis y pensamiento político